Instituto Oscar
Masotta
-Centro de Investigación y Docencia Corrientes-Chaco-
Apertura del Seminario
Clínico, ciclo 2013:
Síntoma y pulsión-Clínica actual de las neurosis-
Cometario
El día sábado 16 de marzo se llevo a cabo la
apertura del Seminario Clínico del Centro de Investigación y Docencia (C.I.D.)
Corrientes-Chaco del Instituto Oscar Masotta. Dicha apertura estuvo a cargo del
Director del C.I.D, Enrique Acuña, quien denominó a su intervención “Una época
que vive la pulsión”.
Previamente se llevó a cabo la actividad de “Enseñanzas
de los casos” con la lectura de dos fragmentos clínicos presentados por Malena
Alvarenga y Su Schneider, practicantes que se desempeñan en el ámbito
hospitalario de las ciudades de Corrientes y Resistencia. Esta presentación a
su vez se enmarcó como parte de las actividades del Programa de Investigaciones Clínicas (P.I.C.) que se viene
desarrollando desde hace 4 años.
Los
casos, comentados por Enrique Acuña, pusieron en juego temas cruciales de la
práctica del psicoanálisis como el buen uso del control, el diagnóstico y la
clínica diferencial neurosis-psicosis y el desprendimiento del caso como
aquello que cae del paradigma clasificatorio.
Enrique Acuña subrayó la
pertinencia de este tipo de presentaciones en tanto, en los límites del discurso
analítico, ponen en juego su transmisión. En este sentido, me parece importante
destacar la operación analítica de constatar su eficacia extrayendo la
enseñanza del caso, en contextos donde la eficacia se da por descontada y suele
ser atribuida a los psicofármacos.
Bajo el título “Una época que vive la pulsión”
Enrique Acuña se refirió a lo que definió como las bodas (de la época) con la
pulsión. La ironía de Jacques Lacan, al preguntar ¿Cómo vive una época la pulsión?, radica en volver
vivificante lo que puede ser interpretado como mortífero, al constatar que hay interpretaciones actuales
donde se trata de explicar lo contemporáneo como puro cultivo de la pulsión de
muerte. Al contrario, se trata de la pulsión como una banda de Moebius donde Eros
y Tánatos son anverso y reverso.
Esto se manifiesta como lo infinito del sentido
y una reacción a ese infinito que se plasma, por ejemplo, en la evaluación como
nombres puestos al goce en las clasificaciones y en las leyes que regulan
jurídicamente el empuje pulsional.
Por lo tanto se produce una oscilación entre la
ilusión de una disponibilidad infinita de los significantes, en lo que puede
denominarse como el consumo del sentido, y el límite puesto por las
clasificaciones que intentan nombrar para regular.
En este contexto, y dado que se trata para el
psicoanálisis del Otro barrado, es decir de la falta de significante, se trata
de ubicar la experiencia analítica a partir de un momento de vacío que
angustia, y señala el movimiento mismo de la pulsión, y un segundo momento
donde un relato puede producir un efecto que des-angustia.
Para ello es
necesario que aparezca el sujeto del inconciente, lo cual equivale a una
operación de extracción del sujeto del inconsciente como singularidad diferente
al individuo en la masa –con sus identidades yoicas- que lo ligan al par
consumo-evaluación. Al final del análisis se localiza un real que Lacan llama “el espacio de un lapsus”, con el tiempo de
corte del inconsciente pulsional, donde se trata de hacer un par, un “aparejo”
entre el sujeto y su goce.
La apertura del ciclo 2013 del C.I.D.
Corrientes-Chaco puso en juego, a partir de la transmisión de Enrique Acuña,
una política del psicoanálisis en la
región donde la claridad expositiva va de la mano con entender que no se trata
del consumo masivo de información sino de los efectos de formación en los
practicantes del psicoanálisis que remiten más bien al saber paradójico del
inconciente.
Christian Gómez
TEXTO PRELIMINAR
Las
bodas con la pulsión. (*)
Enrique Acuña
Señalo
que como siempre los casos de urgencia me enredaban mientras escribía esto.
Escribo
sin embargo, en la medida en que creo deber hacerlo,
para
estar al día con esos casos; para hacer con ellos el par.
J. Lacan
“La
angustia siglo XXI” es un tema que pusimos en juego en el programa de las
Conferencias hospitalarias el año pasado porque que hay una permanencia de
temas freudianos y lacanianos en relación a diagnosticar la situación de
cada “época”. La angustia es un
antecedente a este segundo eje que vamos a tomar este año que es la pulsión. La angustia siglo XXI, podría matizarla
con la vieja pulsión y el accionar del psicoanálisis frente a ella. Cómo se
responde frente a esto que uno podría definir de entrada como un “hecho vacío
de palabras”, pero que tiene en tanto hecho, una estructura posible, potencial
de articularse a lo inconsciente.
¿Vivir la época o
vivir la pulsión?
En
el programa del curso la pulsión aparece al final con relación al síntoma
porque pensamos en el recorrido de la experiencia con el analizante. Se
comienza por sacar a un sujeto de su pertenencia a como individuo de una masa y
que no es sujeto del inconsciente aun. Porque cuando viene alguien a vernos, lo
hace como persona que es parte de un colectivo social con determinados ideales,
con una teoría de lo que va a ocurrir en el análisis, ya están moldeados, por
la significación social en la medida que el psicoanálisis ya fué incorporado
por la cultura.
El
analista extrae al sujeto de esa masa de individuos, por eso el tema de la
segunda clase es “La sociedad
angustiada”. Luego seguimos con “Los
nombres del yo: la falsa identidad” que se refiere a que esos individuos vienen ya nombrándose con
respecto a que hacen un diagnostico de su malestar, pero se nombran en tanto
yo, con los nombres que el otro social le da a su malestar.
Estos
nombres son un listado de clasificaciones como ataques de pánico, adicciones,
etc. Son atribuciones del yo, pero son falsas identidades, por eso requiere
distingir la identificación a otra cosa, ello supone algo que es un resultado,
una operación de nombrar. Luego la
cuarta clase “Los nombres del Otro -una creencia que sabe”- quiere decir, que a este sujeto extraído de la
sociedad que había sido individuo y que ahora es sujeto del inconsciente, se le
supone una creencia en el inconsciente que permite descifrar ese malestar.
La
última clase se trata de la experiencia del fin, de la articulación del síntoma
con la pulsión, del síntoma en tanto es un nombre del otro del inconsciente, no
es el nombre del otro social. Se toma el vacío pulsional de un modo diferente,
y hay que ver si reduce la pulsión.Es el problema de si la pulsión es una
reducción, un resto al final de la experiencia en tanto desimaginariza el
teatro yoico y causa un desmontaje de la pulsión.Quiere decir que se ha montado
en la entrada en la creencia con el Otro, se ha dicho algo de ese hecho vacio,
y luego se ha desmontado, se ha perdido el brillo de ese montaje.
El Otro barrado: angustia o síntoma
Titulé
la primer clase “Presentación y orden de razones: el Otro barrado”. Se trata de
cómo se juega una dialéctica entre un primer momento sin sentido: es la
angustia causada por el movimiento de la pulsión alrededor de un vacio. Luego
el montaje de un relato significante que des-angustia.
¿Qué
es la pulsión en una determinada época? Lacan lo dice ironicamente “¿cómo vive
una época la pulsión?, de modo que lo mortífero es vivificante según de donde
uno lo mire y se disuelve así la idea de que el modelo pulsional freudiano es oposición
entre pulsión de vida y pulsión de muerte. Mejor se traza como una banda de
Moebius donde se disuelve el dualismo, vida y muerte son un verso y reverso.
En
nuestros esquemas didácticos, pensamos el modelo pulsional como un sistema
dualista que implica formulaciones de opuestos. Mientras que en un sistema
topológico como el que intenta localizar Lacan por ejemplo con ocho interior
donde el objeto es externo e interno a una cadena; se trata de la construcción de un sujeto que
está dentro y afuera según la perspectiva. De ese modo pulsión de vida y
pulsión de muerte se juntan en la frase “vivir la pulsión”.
La segunda pregunta es si puede haber síntoma
sin inconsciente. Es correlativa a un desarrollo que hace Laurent acerca de que
nuestra época es delirante porque se plantea como normal que puede haber
conflictos sin interpretación, se ha perdido el espíritu crítico del conflicto.
En un artículo titulado “El delirio de
un inconsciente sin síntoma”, retoma aquello de Lacan que todo el mundo está
loco, que todo el mundo delira, porque el conflicto no es interpretable, significa que hay momentos en la historia de
las ciencias donde las respuestas al conflicto empiezan a ser otras que no sea
la interpretación del síntoma por el lado de un Otro que descifre.
La subjetividad de una época no está
determinada por las condiciones del psicoanálisis, sería confiar demasiado en el discurso
analítico.Existe la producción del sentido por otros discursos. En “Una
fantasía”, conferencia incluida en el libro Punto Cenit- Política, religión y el psicoanálisis- de J.-A. Miller, diagnostica la época
en la que no hay una prevalencia de los ideales por sobre los sufrimientos y
satisfacciones de cada uno. Esta era la confianza freudiana en el malestar en
la cultura, que el aparato cultural iba a producir símbolos que domestiquen las
pulsiones. Miller toma como contrapunto
a esta idea freudiana un texto de Lacan, de los años ´70, “Televisión”, donde dice que lo que
caracteriza a la época es la famosa
elevación al “cenit social del objeto a”. Ahora, en la época de
la tecno-ciencia; para todos hay objetos
técnicos que dan satisfaciones sutitutivas.
Freud: I (A) Kultura
Lacan: a
Pulsión Malestar I
(A)
Lacan
invierte el planteo freudiano y la
pulsión como objeto “a” pasa a prevalecer sobre el ideal, objeto “a” en términos de un objeto
técnico que viene a suturar cualquier
división. El psicoanálisis se debe adecuar a esto. Ya no hay un analista
simbólico como el freudiano que domesticaría con palabras el agujero de la
pulsión, ni tampoco un analista solamente imaginario que daría sentido a todo.
Un analista debería responder desde lo real, es decir de lo que no esta aun
nombrado.
Si
bien Miller plantea esta época comandada por objetos técnicos, no pierde de
vista que perdura el síntoma, entonces hay un analista que responde como sinthome,
que pone en juego tanto lo simbólico, lo imaginario como lo real, que tiene que
manejarse con los objetos técnicos. Ejemplo es que un analista no puede prescindir de la
posibilidad que su analizante, a veces, recurra a los psicofármacos, y tiene
que responder a eso.
Si
es verdad que es una época en la que hay un empuje, hay que ver por qué se
utiliza esa palabra. Freud usa la palabra drang para esto.¿Porque habría
un empuje a consumir estos objetos técnicos? Por qué Freud diferenciaba el trieb pulsional, el Instinct del instinto del drang
del empuje que tiene el movimiento pulsional?
La balanza de los
nombres sinsentido
Se
puede situar y diagnosticar esta época como balanza. Una balanza que oscila
entre el empuje a un infinito sentido, y un efecto reaccionario a ese infinito.
La reacción a este empuje es la época de la evaluación, que podría tener dos
ejes; el de las clases y el de las leyes en el sentido jurídico, son dos formas
de limitar ese empuje en donde el sentido podría desencadenarse al infinito.
Este infinito del sentido no es “tengo más objetos técnicos”, es “tengo
infinitos sentidos” como algo que yo puedo usar ad hoc, a disponibilidad. Como si hubiera una
estructura cuya disponibilidad significante fuera infinita. De modo que nuestra
época oscila como un péndulo dialéctico entre:
Infinito
sentido Evaluación
Feminización Norma
goces diversos Clasificaciones y Leyes
Desorden de los nombres “Este es tu nombre”
Hay un universo del “infinito femenino” que supone la ilusión que hay goces muy
diversos sin límites. Por eso es una época cuyo paradigma sería “adictivo”
porque ofrece infinitos sentidos como los objetos técnicos disponibles que no
necesariamente son las sustancias, la droga, sino el consumo del sentido. Pero
resulta que el mismo dispositivo del psicoanlisis puede favorecer ese goce de
sentido como un bla, bla, bla.
A
contragolpe surge “la ideología de la Evaluación” (Jean-Claude Milner) que
complementada por las clases y las leyes jurídicas, le dice al sujeto “este es
tu nombre” y al economía del mercado que ello satisface. Objetos disponibles
quiere decir para mi centro de invención del lenguaje, no uno para cada uno,
sino cualquier sentido disponible al infinito. Es un problema porque la
feminización del universo actual sería como
disponer de infinitos sentidos que permitirían goces infinitos, una
paleta de muchos colores para poder gozar. Frente a ello esta la jaula del
lenguaje clasificatorio que viene de una suerte de ciencia. Si a la
multiplicidad de goces y sentidos se oponen la multiplicidad de nombres, se
podría decir que hay una relación simétrica y especular entre el infinito
femenino y las infinitas clasificaciones.
Hacer pareja con la
pulsión
Lacan
ha tomado muchas veces la palabra urgencia, como “urgencia subjetiva” que se
caracteriza por la ruptura de una cadena simbólica, o sea que alguien que había
vivido su vida más o menos con un cierto tempo narrativo de sí mismo, como una
psicopatología cotidiana, irrumpe en un silencio , corte de un antes y un
después, un agujero que rompe su narración.
En
el “Prefacio a la edicción Inglesa del seminario
11” va a decir que hay un inconsciente transferencial, significante y otro
real, a partir del es pulsional
freudiano.La estructura significante esta comandada no por el significante sino
por el objeto. En el capítulo “La sexualidad en los desfiladeros del
significante”, del Seminario 11 presenta el es pulsional
freudiano como la realidad sexual del
inconsciente. El es pulsional
ocupa un lugar, se puede escribir, por eso el sujeto es una topología de un
ocho interior, es un borde de lo que queda por decir y a la vez una
representación opaca.
Si
hay un inconsciente real y un inconsciente transferencial, el real aparece en
la transferencia como obstáculo. Freud lo describió sin representación. Lacan puede homologar la estructura de la pulsión con esa topología
del sujeto, por lo que va a decir que Freud nunca hablo ni de la pulsión como
un instinto, ni tampoco como un trauma, sino que le dio más importancia
al trieb del que dice
que tiene un punto de partida y una meta, trayecto en el que hay un orificio y
un borde, y que lo que empuja es el drang que lleva a encontrar nada. Lo
que interesa en esa meta al bordear eso, crear un espacio vacío.Todo eso genera
un vacío, como el que hace el alfarero cuando crea el borde de un espacio.
Si alguien quiere satisfacerse en lo pleno,
apenas se vuelve pleno resulta que es necesario volver al vacío para mantener
el deseo vivo. Lo que sabe un adicto es que cuando no hay más droga hay una
satisfacción paradójica, a la que tiende ese movimiento pulsional, que va de lo
pleno a lo vacío y hace que la pulsión se satisfaga en su recorrido y no en el
objeto logrado.
Cuando
Lacan plantea la “urgencia subjetiva”, dice que el inconsciente es un espacio del laps, que él encontró que lo
urgente en un psicoanálisis tiene que ver con eso, conque alguien hable
dividido. Estamos en un momento de la enseñanza de Lacan en el que se trata de
hacer el par, quiere decir entenderse y estar de acuerdo, al fin por ejemplo,
síntoma y pulsión. El fin supone el acuerdo del síntoma con esa pulsión,
aceptar que puedo ser pareja de mi síntoma, lograr un cierto acuerdo con eso
que parecía su horror.
De
ahí también el problema del valor de ese hecho pulsional, porque si me pongo de
acuerdo con la pulsión, no la justifico, acepto que fui cómplice de haber
gozado de eso, pero no se domestica nada, porque eso si sería estar del lado de
la evaluación, de las leyes, etc. Si acepto que ese infinito con el cual soñaba
que me provoco el síntoma, es “un par” con el cual tengo un acuerdo, hay un
artefacto acordado.
La pulsión como
tesoro significante
“Subversión
del sujeto...” es un escrito que alegoriza en el grafo del deseo el recorrido de
un análisis. Acá se comienza, acá se termina, se pasa por la angustia, se pasó
por el S (A) tachado, etc. El título de la clase “S (A) tachado” tiene que ver con el modo en que Lacan va a mostrar en ese
grafo, como se atraviesa la pulsión y la angustia.
Hay dos indicaciones interesantes, la primera es que en el grafo
tres dice que alguien se hace preguntas durante un análisis y encuentra
respuestas, más o menos dolorosas y sufrientes, o sea que la pregunta que puede
hacer alguien en un sueño tiene una respuesta en un fantasma a veces; entonces
pone del lado derecho del grafo las preguntas y del lado izquierdo las
respuestas. En la parte superior ubica lo que ocurre cuando uno entra a un
análisis y en la parte inferior lo que ocurre cuando uno está como individuo en
la masa, apretado por el ideal social.
Llamé
S(A) tachado a esta primera clase porque un análisis comienza cuando un sujeto
cree en el inconsciente. Pero si esto queda en el primer piso del grafo es una
psicoterapia, inmediatamente va hacía un ideal social. Un análisis puede
empezar cuando alguien habla, desprende un significante y el inconsciente
empieza a responder con algo enigmático que es un deseo. Y este deseo como
enigma, se transforma en una demanda pulsional.
En “Subversión del sujeto...” hace un grafo tres, en donde al enigma del
deseo se responde con un fantasma y otro grafo completo donde dibuja la demanda
pulsional a la que se responde con el S
(A) tachado. Si vivo
alegremente la moda de la época, S(A) tachado es angustia, si estoy en análisis S(A) tachado es la experiencia de la falta de un significante que nombre a todo el
conjunto de significantes. Podríamos leer ese momento de Lacan a partir de las
dos vías posibles de la experiencia del S(A) tachado: como una experiencia de
la falta de significante en el análisis, y como la experiencia de la angustia. La experiencia de la falta de significante –impotencia-
termina en angustia.
Luego
dice: “el grafo inscribe que el deseo se regula sobre la fantasía así
establecida, homólogo a lo que sucede con el yo respecto a la imagen del
cuerpo”. O sea que ese fantasma esta regulando el deseo como se regula el yo
con la imagen del cuerpo. Pero lo único que se puede hacer si no se introduce
el deseo del analista como diferencia -para que no respondan con el cuerpo y la
imagen, ni el deseo igual fantasma- es psicoterapia.
Continua:
“Digamos para proseguir la metáfora de Damourette y Pichon sobre el yo
gramatical aplicándolo al sujeto al que está mejor destinada, que la fantasía,
es propiamente “paño”de ese yo (je) que
se encuentra primordialmente reprimido por no ser indicable sin el fading
de la enunciación (...) Se concibe
mejor en nuestra deducción que haya habido que interrogarse sobre la función
que sostiene al sujeto del inconsciente, al observar que es difícil designarlo
en ninguna parte como sujeto de un enunciado, por consiguiente como
articulándolo, cuando no sabe ni siquiera que habla, de donde el concepto de la
pulsión donde se la designe por una ubicación orgánica, oral, anal, etc que
satisface esa exigencia de estar tanto
más lejos del hablar cuanto más habla”.
El
psicoanálisis como "un par"
Si
uno está en análisis todo enunciado puede remitirse a una enunciación, a otra
cosa que no está dicha. De modo que toda exigencia de sentido va a ser imposible
de satisfacer porque ya el lenguaje esta duplicado entre enunciado y
enunciación. Es decir que en análisis se experimenta que la exigencia pulsional
de la demanda, su sed de sentido , no va
a ser satisfecha: hay algo lógicamente
imposible.
Termina
diciendo: “Pero si he hecho un grafo completo nos permite situar a la pulsión
como tesoro de los significantes”. Lo llamativo es que cuando todos creíamos
que el tesoro del significante era el A, es la pulsión donde está el tesoro del
significante pero en la medida en que reduzco el goce a la castración, o sea
limito la exigencia de la pulsión, su anotación como S tachado ($) rombo
demanda (D).
La
división del sujeto frente a la exigencia de la demanda pulsional, supone que
esa D pide más y por lo tanto divide. Por eso la demanda pulsional no es
solamente demanda de decir sino de hacer;
,la compulsión lo dice en la frase “no puedo dejar de hacerlo”.
“No
puedo dejar de decirlo” sería un segundo momento. Finalmente sería “No puedo
dejar el análisis”, cuando el análisis se vuelve esa alteración de sentido
adictiva. Entonces, el famoso diagnóstico de la época como adictiva, hay que
pensarlo no solo por el lado de sustancias químicas, sino por la sed de sentido,
que se limita por que en el fin, se cambia de discurso como se cambia de raza:
se satisface con el psicoanálisis como un nuevo par.-
(*)
Clase inaugural del Curso de Verano
Síntomas sin inconsciente? El psicoanálisis no sin el Otro. Asociación de Psicoanalisis de La Plata -Clínica
de la angustia al deseo- dictada el miercoles 6 de febrero en la APLP bajo
el título: “ Presentación y orden de razones. El Otro barrado.”
Establecimiento
Marcelo Ale