jueves, 28 de febrero de 2008

LA MAQUINA DE LA MAQUINA HUMANA


por Luis Polo


A comienzos del siglo XXI asistimos a un nuevo embate del viejo sueño del hombre máquina, sueño del que Freud despertó para inventar el psicoanálisis, pues había incursionado allí en sus comienzos cuando como neurólogo adhirió a la Escuela de Hemholtz. (1)
Decir que el psicoanálisis es un tratamiento de lo psíquico por la palabra exige de los analistas una política de estudio, investigación y de difusión a la sociedad pues hoy en día, de lo que se trata en el campo de la salud mental, es de imponer una terapia opuesta al dispositivo clínico freudiano.

Freud inventó el psicoanálisis ubicando a lo inconsciente en el lugar del a priori kantiano(2), pero también, guiado por lo que iba escuchando en sus pacientes, se alejó del idealismo al plantear un tratamiento bajo transferencia orientado a interpretar el deseo a partir de una teoría pulsional. Articuló el deseo del sujeto a un objeto inefable, imposible de ser representado y de conocerse pero que sin embargo, repite una y otra vez. En esa compulsión a la repetición sin-sentido está la posibilidad que brinda el psicoanálisis, la de cifrar, que no es la de numerar, ese goce particular y propio que cada sujeto aloja en sus síntomas.

Con su teoría Freud socavó los fundamentos de la concepción del hombre máquina: la de un sistema o aparato orgánico en donde el cerebro es una parte más de un todo biológico, la de la autoconciencia de sí mismo y por consiguiente la noción de la identidad a partir de la conciencia, la de una conducta que responde a un instinto o un reflejo y que se dirige a un objeto externo que puede satisfacer sus necesidades, la de una normalidad.

Más acá del psicoanálisis

La expansión global del capitalismo, acelerada por el colapso del socialismo soviético, propuso instaurar en el mercado una psicología acorde a su demanda en cuanto a los objetivos, al tiempo de duración del tratamiento y a una evaluación de sus logros. Se trata de una política que va más allá de lo terapéutico pero que en el campo de la salud mental se sostiene si se desmantelan lo que Jacques Lacan llamó conceptos fundamentales del dispositivo freudiano.

En los más de cien años de existencia del psicoanálisis han habido muchos intentos por cambiar o por rechazar los fundamentos de Freud, las consecuencias teóricas y terapéuticas se van repitiendo o reciclando en un abanico que va de lo místico al conductismo, espectro que ya existiera antes de Freud.
Algunos ejemplos. Entre sus discípulos cabe mencionar a Carl Jung, quien desexualizó la libido y a partir de la imago freudiana postuló la preeminencia de los arquetipos sociales (a los que llegó a través de la mitología, alquimia, religión, arte, filosofía, sueños) por sobre el inconsciente individual, creando un inconsciente colectivo. Alfred Adler también criticó la teoría sexual de Freud y propuso una psicología optimista cuya finalidad era el desarrollo de la cooperación humana salvando los obstáculos que impone el estilo de vida inconsciente de cada individuo. Para Wilheim Reich el sexo y el trabajo establecían una relación energética que permitía medir la salud mental de una persona por su potencial orgásmico y postuló una energía vital llamada energía orgónica.
La Psicología del yo (Ego Psychology), que el espíritu pragmático de los EEUU aceptó, no es otra cosa que un rechazo al inconsciente bajo el nombre del yo fuerte freudiano ya que sostiene una ética pragmática de adaptación a una sociedad basada en la noción de una profilaxis social o de higiene mental.
La Terapia Gestáltica, también nacida en EE.UU., pertenece a una corriente humanista que privilegia el “aquí y ahora”, en donde el cliente debe “darse cuenta” para cambiar su conducta.
La Psicología Gestáltica, nacida en Europa, recurre al concepto de mente. La mente configura los elementos que llegan a ella a través de los canales sensoriales (percepción) o de la memoria (pensamiento, inteligencia y resolución de problemas). Esta configuración tiene un carácter primario por sobre los elementos que la conforman, y la suma de estos últimos por sí solos no puede llevar a la comprensión del funcionamiento mental. El todo es más que la suma de las partes.

La Logoterapia, creada por el vienés Víctor Frankl, se apoya en la libertad de la voluntad para dar sentido a la existencia e inclusive postula una conexión con la idea de Dios.
En la teoría del "Doble Vínculo" de Watzlawick (Escuela de Palo Alto) y en la terapia Sistémica, la palabra dejó de ser un resultado de los procesos inconscientes para ser una herramienta de comunicación.
Masters y Johnson propusieron una terapia sexual a partir del estudio científico de la naturaleza sexual humana e inscribieron su experiencia en la sexología.
La energía, sin la referencia a la libido, es un concepto tan amplio - y tan discutido en el ámbito académico pues los físicos no se ponen de acuerdo al describir el comportamiento de los electrones – que permitió ampliar la noción de terapia a partir de incorporar conocimientos, técnicas o experiencias místicas de autoconocimiento. Se las podría dividir en:
- no tradicional: desde la contracultura y la psicodélica y articulada a ritos folclóricos o indígenas (terapias chamánicas, como la de Castaneda) y su derivación, a partir de LSD y hongos, en la Universidad de Harvard con drogas alucinógenas sintéticas (Thimoty Leary),
- cósmico (New Age) e inmortal (Cientismo),
- mítico del pasado (terapias neo-jungueanas),
- ortodoxas (cabalística judía),
- científico holístico (sustentadas en la mecánica cuántica y en el Principio de Incertidumbre de Heisenberg),
- medicina alternativa: flores de Bach
- espiritual (autoayuda, sustentada en la cultura de masas de la industria del best-seller), relacionadas con conceptos religiosos cristianos (terapia del ángel), con personajes de la literatura tradicional infantil (complejo de Peter Pan, de Cenicienta y de La Bella Durmiente). Graciela Avram realizó entrevistas a sus difusores en la ciudad de Buenos Aires (3).
Ninguna de las terapias mencionadas tomó en cuenta a la lingüística de de Saussure y de Jakobson, a la antropología de Lévi-Strauss, la filosofía de Hegel, Heidegger y Wittgenstein, entre otros saberes con los que Lacan operó un retorno a Freud dentro del psicoanálisis (con consecuencias de difusión por fuera del psicoanálisis), pues los psicoanalistas leían a Melanie Klein, Ana Freud, Hartman y otros, pero no a Sigmund Freud.


La máquina panóptica del siglo XXI

Como la actual es la época de la Técnica, ésta proveyó el modelo de la cibernética para concebir al pensamiento como un proceso de información, tal como lo sostiene el cognitivismo, y, en la observación de Jacques-Alain Miller (4), ahí radica su impostura. Para Germán García (5) el cognitivismo es un campo de investigación estimulante nacido en los laboratorios del M.I.T. (Massachusetts Institute of Technology) pero aclara que eso no implica una autorización para una práctica.
Las Terapias Cognitivos Conductales (TCC) se sostienen en este modelo al que además adosan una reeducación de los síntomas del paciente, reavivando el viejo conductismo.
Además, los investigadores no logran reducir el pensamiento a una información binaria que se transmite de una neurona a otra a través de neurotransmisores químicos, sino que es altamente modulada (6).
(Cabe recordar que Lacan en la década del 50, en el Seminario 2 (7), abordó la cibernética pero para estudiar el sentido en el lenguaje).
Para que esto suceda a escala global hay que plantear la preexistencia de una política del mercado afianzada en la ideología liberal que opera como un Otro que exige. Sólo así se puede sortear lo que deja de lado, nada más y nada menos que la teoría de la pulsión, y aplicar como eficaz una terapia a corto plazo, de objetivos prefijados y que además permita la evaluación que el mercado demanda.

Se puede decir que asistimos a una época de recreación del panóptico, aquel que postulara Jeremy Benthan como perteneciente al espíritu de felicidad del liberalismo pero que, paradójicamente, busca controlar a los individuos, panóptico que fuera retomado por Michel Foucault para su teoría de control social y de la biopolítica.
La máquina panóptica del siglo XXI dice que se pueden medir las conductas y sus motivaciones en todos los sujetos a través de una cifra, confundiendo cifra con ciencia, cifras que la técnica puede detectar y archivar en cualquier lugar del planeta. La máquina panóptica también dice que los afectos de los humanos son productos del aumento o de la disminución de determinado neurotransmisor, como así también que la conducta sexual o la alegría o la paternidad se pueden ubicar, gracias a imágenes, en un lóbulo cerebral, aunque también dice que la conducta sexual se determina por un gen, etc.
Panóptico vigilador desde la cuna hasta la muerte y que se constituye en semblant de Dios, por eso no debe extrañar que ya se hable de Neuroteología (término acuñado por el novelista Aldous Huxley) o de bioteología, combinación de lo neuronal, evolucionismo y de lo espiritual.
Germán García dice que no se trata de una discusión clínica, sino de una manipulación a gran escala de los temores y esperanzas de los ciudadanos. (8)
Entonces, es el saber de la Ciencia y la Técnica como máquina panóptica al servicio del mercado la que construye al hombre máquina del neurotransmisor y al que hay que asistir con las T.C.C.
El vigilado siente la presencia omnisciente del ojo vigilador y se adecua, asiente con síntomas.
Marcelo Ale (9), siguiendo a la lectura de Miller, aborda el panóptico foucaultiano como máquina disciplinaria a partir del cuento La colonia penitenciaria de Frank Kafka, y a su vez toma en cuenta lo que plantea Eric Laurent. Laurent dice que hay un pasaje de la biopolítica del Estado, que directa e indirectamente castiga a los ciudadanos, hacia el autocastigo, introduciendo un más allá de la victimización foucaultiana. El castigo ya no proviene de las organizaciones gubernamentales, sino del mismo sujeto como enemigo de sí mismo. Los síntomas actuales ya no son las marcas que las víctimas reciben del Otro, sino que son los distintos modos que el sujeto encuentra para poner en juego el deseo del neurótico que es el de gozar de su castración.
Es lo que en La ilusión monarca, cuento de Marcelo Cohen, se ficcionaliza con una cárcel que tiene tres paredes (en una de las cuales están los invisibles vigiladores) y la cuarta es el mar abierto sin límites. Los presos se preguntan, se angustian, no saben qué hacer con a esa pared infinita puesta por el sistema carcelario que los incita y atrae…entonces hacen síntomas de autocastigo.

Respuestas del psicoanálisis

¿Cómo va a responder el psicoanálisis a esta demanda imperativa del Otro del mercado?
Jacques-Alain Miller propone tomarlo como una demanda de una nueva clase de paciente. Germán García, dice que el psicoanálisis responde con la política del síntoma.
Siguiendo a Freud es posible pensar que si hay síntomas hay posibilidad de tratamiento en los términos de cura que propone el psicoanálisis.
En ese sentido Enrique Acuña (10) sostiene que no se trata de la época de Freud, pues el psicoanálisis es un objeto de la cultura actual, es un prestador prestado al consumo dentro del mercado de los saberes, pese a que su objeto (a), lo real de una causa, no sea cuantificable.

El supuesto hombre máquina no podrá vivir soportando sus síntomas sin demandar por otro saber que no sea el de los nombres de los neurotransmisores, o los de depresión, ataques de pánico o ansiedad que lo aliena a un todo y que no tiene en cuenta su goce propio.
Un psicoanalista en la soledad de su consultorio no parece que pueda responder a esta política de mercado. Más bien, se podrá responder con una política que sostenga una institución del psicoanálisis a partir de la enseñanza de Jacques Lacan. Dice Germán García (8): “la política de Jacques-Alain Miller extrae las consecuencias institucionales, epistémicas y clínicas de la enseñanza de Jacques Lacan…”
Para finalizar recurro a Human Nature, película de Michel Gondry, que trata sobre la aplicación del conductismo en los animales y humanos. Allí se plantea el carácter indomable de la sexualidad humana a los discursos que la quieren cuantificar, medir, un goce al que hay que saber escuchar. -


Luis Polo


Notas:
(1) Bercherie, Paul. Génesis de los conceptos freudianos. Edit. Paidós.
(2) García, Germán. El curso de Tucumán 1990. Formación, Clínica y Etica. Anáfora.
(3) Avram, Graciela. Terapias y terapeutas. El fin del psicoanálsis no ha tenido lugar. Grama Ediciones.
(4) Miller, J-A. Entrevista a Jacques-Alain Miller en Libèration ¿Qué POLITICA DE CIVILIZACION?. Blog El Puente, del CID Corrientes-Chaco perteneciente al Instituto Oscar Masotta.
(5) García, Germán. Germán García y los inicios del psicoanálisis en la Argentina. AMP Blog.
(6) Ansernet, F. – Magistretti, P. A cada cual su cerebro. Plasticidad neuronal e inconsciente.
(7) Lacan, J. Seminario 2. "Cibernética y psicoanálisis o de la naturaleza del lenguaje". Edit. Paidós


(8)García, Germán. El futuro de Jacques Lacan. blog El puente IOM web www.descartesorg.ar

(9) Ale, Marcelo. La letra grabada en la carne – lo posible no es lo obligatorio- XIII Coloquio de Módulos de la APLP. (Inédito).

(10) Acuña, Enrique. De Sigmund Freud a Féderic Rosenfeld –saber y ganancia-. Microscopía, mayo 2007.