martes, 6 de julio de 2010

II JORNADAS DEL LITORAL: El síntoma en Freud y Lacan -por Ariel


EL SINTOMA EN FREUD Y LACAN
por Ariel Scherman

El comentarista del prologo de un libro de Levis Strauss dice que unos indios de una tribu antigua no necesitaron de Freud para darle sentido al mundo.
El descubrimiento Freudiano del síntoma reside por un lado en aquel sentido que habla en el sujeto en lo que Freud llama una formación de compromiso. Pero fundamentalmente, el hallazgo de Freud está ligado a aquello del síntoma del sujeto que no tiene mucho sentido, o que rompe con el sentido común: aquella sexualidad de la que el síntoma es portador.

Freud encuentra en las histéricas, luego de suspender algo de su propio saber para poder escuchar, otra verdad que asoma detrás de cuerpos fallados por una locura que era rechazada por el médico. El cuerpo no será mas el mismo a partir de Freud, no será uno solo, ya que si bien está el organismo y también el cuerpo instrumento que uno porta, el cuerpo inasequible que surge es el cuerpo de los pedazos, las partes que se satisfacen indomesticables, que son efecto de las palabras del Otro que lo modelan y recortan. El síntoma es ese retazo-retoño del cuerpo sexuado, transformado por las palabras, que habla en un idioma incomprendido para el sujeto cuando consulta a un analista.

Kant decía que la sensualidad aparece después que el hombre pervirtió el instinto.
Freud dice que la neurosis es el precio que la raza humana debe pagar a cambio del desarrollo de la cultura al vivir con otros. Hay un malestar que surge al tramitarse la sexualidad dentro de coordenadas simbólicas que preceden al que viene al mundo, al que lo espera el lenguaje que siempre es del Otro. Pero también hay una inercia indestructible del sujeto que lo lleva por caminos que resiste o adscribe con la marca de la negación, y que sin embargo le proveen un plus como satisfacción paradójica (vivida como un padecer) que indemniza al sujeto aun en el síntoma.
En el encuentro pre-freudiano del médico y la histeria, donde esta (designada como loca) abandona los conventos y los exorcistas para poblar hospitales, la demanda aparecía desplazada del lado del médico, que intentaba hacer algo con eso.

El acto de Freud al renunciar a su propia demanda, consistió en anudar al síntoma, como realizado, con la verdad reprimida, la cual se va a desplegar en la cura por la palabra a partir de su deseo de saber más de ella, y el síntoma se irá desplazando revelando su estructura de lenguaje, su entramado significante. Como expresa Guy Clastres, “con su acto, Freud hace entrar la verdad del sujeto en el síntoma como la causa que solo se alcanza por el rodeo de la palabra del Otro”, posibilitando ese discurso que se abre a partir de un nuevo tipo de amor: la transferencia analítica.

Allí es donde puede situarse a partir de la cadena de palabras un síntoma como síntoma analítico (hablaba de transformar la neurosis en neurosis de transferencia en análisis), lo que podría permitir a un sujeto separarse de su demanda para abrir paso al deseo. Con Freud comienza la operación de singularización del sujeto a través del síntoma: como este tiene un mensaje, puede ser interpretable. Se trata, dirá Miller, del síntoma como complemento del Otro de la palabra por mediación del Sujeto Supuesto Saber en el analista o en la transferencia.

Es el develamiento del síntoma como verdad mítica que asoma en él. Al principio Freud decía que esa historia mítica del sujeto estaba poblada de recuerdos encubridores; en la interpretación de los sueños dirá que, luego de desaparecido un recuerdo, lo que queda en su lugar es una fantasía. Se trata, como resalta Enrique Acuña, de esa “función del olvido” que la represión opera, que es también el oráculo de las resistencias al psicoanálisis y a aquella sexualidad que no se subsume en la genitalidad.

Freud descubre que el síntoma encarna esa parte de la experiencia humana que tramita aquello del goce sexual y de la fantasía privada de cada uno, que no se puede decir socialmente, y que al decirlo al Otro del análisis modifica sus términos.
Luego de abandonar la idea de que el principio del placer es lo que rige la experiencia humana por un límite del mismo, el síntoma va a encarnar esa satisfacción del sujeto que no condice con el propio bien añorado en la demanda. Freud con mal gusto para su época (y para todas) decía: los síntomas son la práctica sexual de los neuróticos.

Como resalta Miller, el síntoma es mentira ya que es lo que aparentemente altera o perturba la supuesta desarmonía del sujeto. Es mentira porque lo que transporta como efectos de verdad es que muestra la armonía con otro orden de (lo que parece redundante) la pulsión sexual del sujeto y de la repetición a expensas del yo. El síntoma es armónico con la castración.

Lacan define al síntoma como una verdad que surge en la quiebra o fisura de un saber, o también como una verdad que se hace valer en el descrédito de la razón, teniendo en cuenta que se trata de una verdad que tiene estructura de ficción.

Retoma fundamentalmente al comienzo de su enseñanza, el atravesamiento simbólico del síntoma por la cadena significante como formación metafórica de lenguaje, y consecuentemente su valor de mensaje dirigido al Otro, bajo la formula particular de cada sujeto con su síntoma, a la manera de: de esta manera existo para el Otro. Es, también, el síntoma un mensaje del Otro, pues este se expresa a través de aquel. Para Miller, a nivel del síntoma el sujeto es poema (hablado por su síntoma como creación de sentido-dirigiendo este al Otro como hablanteser para recubrir la falta). En cambio ser creador es producir formas que no-están ya en el Otro.

Para Lacan con el tiempo el acento va a recaer en el goce que envuelve el síntoma, en esa satisfacción extravagante que se repite, aunque modifique su vestimenta o envoltura formal, y aunque el síntoma se haya desplazado a otro síntoma.
El valor del síntoma, lo real que porta ya no transita por los desfiladeros del significante sino que cae, en la operación analítica, como el objeto que, detrás del semblante, es causa, que aparece y desaparece en lo que resta o queda por decir, y que puede aislarse como el núcleo sexual del sujeto que opera independientemente de su voluntad. Lacan dirá que, si bien el goce sexual es indestructible, es posible ponerlo fuera del cuerpo, acotarlo en un objeto, para dar lugar al deseo como invención.

Hay con el análisis mas que una esperanza, la caída de ideales que en realidad enferman, y un vector que es el deseo como potencia que se inspira en la falta, y que desde la imposibilidad no prescinde del Otro, aunque permita ir más allá de el.


Bibliografía:
- Acuña Enrique: “Mito y Repetición”. Jornadas anuales del IOM, Corrientes, noviembre del 2009. (Inédito). - Freud Sigmund: Obras Completas: • - La Interpretación de los sueños - Vol. 4- Ed. Amorrortu. • Conferencias de introducción al psicoanálisis, Conf. 17- Vol. 15. Ed. Amorrortu. - Guy Clastres: “La envoltura formal del síntoma”- El síntoma y el Analista. Ed. Manantial. - Lacan Jaques: Escritos, Ed. Paidós. - Marc Strauss: “La envoltura formal del síntoma”- El síntoma en la cura. Ed. Manantial. - Miller Jaques Alain: “La envoltura formal del síntoma”- Reflexiones sobre la envoltura formal del síntoma. Ed. Manantial.