martes, 9 de febrero de 2010

Coloquio anual de la APLP. Intervención de Enrique Acuña


La construcción entre lo universal y lo particular (*)

Enrique Acuña


La construcción del caso clínico en psicoanálisis, desde Freud, supone una hipótesis de la causa del caso pensada a partir de dichos fragmentarios de una “verdad histórica”, es decir, pensada más que vivida.

Requiere el paso del tiempo para demostrar qué hubo de verdadero de aquella hipótesis y qué transformaciones ocurrieron en ese relato. Es una conjetura a verificar. De ahí surge la necesidad del “control” del caso en la formación del analista.

Cuando transmitimos un caso (caso es lo que “cae” de lo ya sabido) se busca su causa. En esa búsqueda se diseña un pasaje de los dichos que van de un particular modo de presentar el síntoma -paradigma 1- hasta ubicarlo en un universal clasificatorio. Entre ambos queda algo inaprensible: una singularidad que funcionaría como referente -paradigma 2-, una significación nueva al relato.

Particular: lo dicho (envoltura)

La frase “elevar el caso al paradigma” puede servir a un buen diagnóstico siempre que se sepa que hay algo que no se nombra. El particular condiciona “la envoltura formal de síntoma”, los dichos de presentación de un caso, tanto como dichos del analizante como hipótesis no interpretable del analista de lo no-dicho. Se construye ahí este otro -paradigma 2- que se juega en el control del caso.

En “La proposición del 9 de octubre…” Lacan insiste que lo particular es, en el sentido de Aristóteles, lo dicho efectivamente, no es una hipótesis. A todo sujeto le corresponde un predicado que da las propiedades verdaderas de su existencia en el mundo: su predicado dice bien sus atributos, lo más propio de su naturaleza.

Hay sin embargo particulares que solo se pueden nombrar por lo que no son: su negativo que lo excluye de la clase que se refería. Este “particular negativo”, niega para existir, como rasgo diferencial. Eso es una propiedad del neurótico que se sueña diferente identificándose a lo que no funciona en la norma, es decir, a su síntoma como envoltura de otra cosa.

El control o las presentaciones clínicas pueden ir hacia la obtención de un diagnóstico en términos de un universal, es decir, cómo ese particular de un síntoma se ubica en una estructura clínica que es universal, una doxa como saber previo establecido y útil en ese momento. Todos saben la teoría de la psicosis, neurosis o perversión como orientador de doctrina, pero no hay una adecuación al saber textual del inconsciente de cada uno de los que se analizan.

¿Qué es un paradigma? El de la ciencia y el nuestro

Giorgio Agamben observa que todo método de pensar lógico sigue pasos (deducción o inducción) pero que se centra en el paradigma definido como matriz que legitima lo verdadero para ese instante. Aquello que Thomas Kuhn llama “paradigma cientifico” implica un procedimiento del conocer que una comunidad científica acepta como norma disciplinar.

El paradigma en uso por una ciencia requiere un ámbito –campo de saber- y una autoridad, aunque su validez sea provisoria: el tiempo no convalida el paradigma, el es actual, sirve ahora pero no siempre. Requiere el acuerdo de quienes usan el procedimiento y no es independiente del progreso de la ciencia formal que acude a dar su credibilidad. En un segundo significado de “paradigma”, Kuhn admite la suma de invenciones particulares: Ejemplo un detalle de Newton, se suma al invento de Ptolomeo, etc. Y es eso lo que interesa: los ejemplos de casos singulares, si se repiten, pueden ser aplicable a otros casos. Es la lógica singular del ejemplo, que puede ser sustituido por uno nuevo, incompatible con el, cuando hay una revolución científica.

El problema clínico es para el psicoanálisis el de su legitimidad epistémica, en tanto no es una ciencia formal ni humana sino “conjetural”, donde el tiempo escande y desestabiliza la significación. Su saber doctrinario acumulado no es homogéneo al que produce cada síntoma en su contexto fantasmático.

Controlar la singularidad que escapa

La demanda de control implica el retorno de un elemento que no ha quedado reabsorbido por el universal, eso que no se sabe en la doctrina. Obliga al analista a inventar una nueva hipótesis sobre un resto no clasificado. Pero resulta que ese resto es lo fecundo: el objeto mismo del psicoanálisis, incluso es lo que lo estructura como ciencia de una falla en la medida que ese objeto falta en la formalización científica. Véase la discusión (¿estructuralista?) de Lacan contra Levi-Strauss .
Es un objeto que como resto a reinventar agujerea el saber referencial. El objeto a no está en el saber referencial, es no identificado en cada caso, irreductible a lo que se sabe y a lo que se dice que se sabe.

Al situarlo por su elemento irreductible, por su objeto a, como la posibilidad de crear un nuevo referente, el problema no se reduce ya a “la querella de diagnósticos” sino a condiciones de producción del saber nuevo que el dispositivo induce. Lacan propone un referente aún latente, que está en la construcción de un caso, no dicho aún.

Lacan invierte la teoría de la referencia en el sentido de que los significantes del particular no se absorben en el significado de lo universal, y queda entonces un otro particular nuevo, que es la singularidad construida como segundo tiempo una vez que se haya verificado lo irreductible. La mostración de ese elemento irreductible es lo que permite hablar de un exemplum, no un ejemplo en el sentido de que sirve para todos los casos. Exemplum, algo que tiene validez solo para ese caso solitario.

Agamben remite a Foucault para definir el exemplum como lo no-imitable; sin embargo, desplaza lo epistémico a lo político, ya que “permite reunir enunciados y prácticas discursivas en un nuevo conjunto inteligible y en un nuevo contexto problemático.”
En su curso del 2009, Germán García comenta este texto con la oposición entre la función simbólica f.(x) y el rol social –imaginario-, a propósito del argumento lógico que cada uno da a una función vaciada de significación que es Un Padre. Situaba el exemplum de un caso en aquello que se extrae como una diferencia (único) que permite una unidad a esa singularidad. Es el problema del nombre.

Podemos graficarlo:

UNIVERSAL clases/saber referencial (paradigma 1)

PARTICULAR 1 -------------------- PARTICULAR 2
Saber textual /Incc.-
a) Síntomatiempo S2SINGULAR (paradigma2)
b) exemplum


Uno podría decir que el síntoma, en su envoltura formal, es un particular que luego del tiempo de transferencia se realiza en el exemplum singular, si el análisis llegara a su fin. Elevar el caso al paradigma (1) no resuelve lo particular absorbido por una estructura universal (uno podría ubicar aquí neurosis, psicosis y perversión), lo transforma en otro particular. La operación de clasificar es obtener el tipo clínico absorbido en este universal que es la clase. Usa un saber “referencial” de este saber “textual”, que aquí es sorpresa, contingencia e irreductible.

Esta operación es en sí misma deductiva de una hipótesis de transposición del lenguaje del paciente en el lenguaje de la doctrina. Si viene alguien utilizando un lenguaje que es una elipsis, digo que es una neurosis obsesiva; si otro hace un discurso sobre la falta, la tragedia y el amor, digo que es una histeria. Pero eso es un metalenguaje de esa combinatoria. Diferente es si utilizo lo que Freud llama en Construcciones en análisis el elemento suplementario, que introduce un plus. Ahí hago inducción. Invierto los términos de la propuesta de Agamben. Para él, la inducción va de lo particular a lo universal. Como suplemento ofrezco que haga asociación libre e induzco, por la vía del significante, a que haya un plus de saber.

Este saber referencial es la episteme, en términos de clásicos, y constituye una doxa, que para Platón era en el Menón el modo en que la opinión común se construía por la suma de experiencias individuales. Es lo que hace la salud mental: cree que en la ciudad hay un saber vivir al que todos podrían acceder. Por eso, la función social de la psicosis es ser una ironía a esto. Es decir, no habla siguiendo las reglas de comprensión y el significado.

La presencia del analista es correlativa a la posición del inconsciente, siempre y cuando se dirija a él, es decir, llame a un suplemento, a un plus. Eso sale de la doxa de mi pura particularidad y entra en la posibilidad de una singularidad. Jean Claude Milner dice que la ortodoxa es el “plus de saber”. Es decir, induce aquí un nuevo particular que será singular con respecto a esto, si comparo cómo entró alguien desde su envoltura formal y se produjo otra cosa. Lo interesante de este exemplum es que vale para sí mismo, es decir, se transforma en un referente, referente vacío que es el objeto a, que permitirá que entre estos dos particulares se pueda inventar otra salida.

El aforismo freudiano y el exemplum
Lo interesante es que este referente no es un significado ni es un significante. Ese referente como “plus de saber” es un objeto que se extrae del campo de lo que se sabía y se instala sin embargo como algo consistente. La particularidad es lo se dice en la entrada del análisis. Tanto en las presentaciones de Enseñanzas de la clínica como en las presentaciones de enfermos, se verifica que la guía es poder situar la particularidad del caso, y muchas veces el esfuerzo es ubicado con relación al paradigma 1. El paradigma 2 también es un paradigma, pero un paradigma solo para ese caso. Quiere decir que hay dispositivo para mostrar ese paradigma de lo singular como la regla propia que inventó ese sujeto.

La regla del síntoma, al final, no es ni el síntoma particular ni el fantasma, sino un modo que, con relación al Hombre de las ratas, lo que hace Freud es pasar del fragmento inicial del caso a aforismos de enseñanza. ¿Qué es un aforismo? Son formulaciones con función de indicaciones precisas, breves. Sin embargo, Baltasar Gracián (que era un poeta) tiene aforismos, Foucault tiene aforismos, Niesztche tenía aforismos. No necesariamente son máximas de qué hacer. Freud más bien indica. Y una de las cosas que dice, muy interesante, es que el caso que es un examplum, el caso hombre de las ratas, es un ejemplo. Como Dora lo es de entrevistas preliminares, porque muestra la implicación del alguien en su síntoma.

El caso del hombre de las ratas, dice Freud, es un ejemplo de la neurosis misma, es decir, de cómo se estructura un mecanismo de transformaciones donde hay sustituciones. Hay un libro de sesión por sesión, y se ve bien lo suplementario que es Freud con respecto a esto. Y el sujeto termina entregándole como sueño de transferencia, como explicación de todo eso que dijo bajo una tendencia criminal, siendo el resto diurno el hecho que se cruzó en la escalera con una paciente y sueña que se cruza con la hija de Freud que tiene dos bostas en los ojos, y eso dice Freud que no es solamente cuestión de dinero. Es cuestión de introducir la transferencia como algo real del afecto para un discurso donde todo lo que él conocía de sí mismo no lo reconocía como propio. Disponemos de una nueva versión de este historial que sacó la editorial Mil uno, con presentación y prólogo de Germán García , donde dice que el aforismo “apela a la claridad, la precisión y la concisión”.

Para Freud no es solamente del mecanismo de la neurosis obsesiva, sino por qué el analista en un caso de obsesión no debería interpretar, comunicar lo que sospecha, porque como el tipo, ya conoce demasiado. Al estar escindidas la idea y el afecto, no hay conmoción. En ese lugar está la elipsis.
No se trata de conocimiento sino de hacer saber. Y ese hacer saber muchas veces va de la mano de un acto que toma en cuenta ese tiempo que hay entre lo particular del síntoma y lo que queda como plus. El uso del tiempo en la transferencia es cortar a veces la sesión en el punto donde se plantean conexiones falsas. El problema de los analistas es cómo introducir el tiempo de la transferencia como el tiempo donde hay una conexión verdadera, en la medida en que el inconsciente es el tiempo.


Nombres sustitutos: ¿analogía o metáfora?
De ahí que cuestionamos este texto de Agamben, porque dice que extraerá su singularidad por una analogía. Me parece que es propio de las ciencias humanas pensar en lo figurativo, las representaciones, las semejanzas de dos representaciones. Mientras que lo que Lacan propone no es que esa singularidad se obtenga de hacer comparaciones cognitivas, sino que se extrae de una “metáfora del sujeto”, un plus de sentido que escapa. Se trata de la metáfora y no de la analogía. Ahora, ¿cómo enseñar la división del sujeto? En un texto que se llama “La metáfora del sujeto”, Lacan dice que la única metáfora que hay es que de la división nadie se salva, ni en la entrada ni en el final. Pero la metáfora implica que se ha sustituido los términos.

Entonces, el hombre de las ratas comenzó hablando de "ratt". Freud introdujo por inducción la cadena causal, inventó que había una conexión nueva, y el "ratten", que era la deuda, el saldo, el empeño, etc. terminó siendo también jugador empedernido, pecado del padre. Pero el sujeto entra diciendo que esa deuda y ese saldo se pagan sólo con la muerte. Y termina siendo “el hombre de las ratas”, es decir, haciendo de ese significante inicial de su envoltura formal, el nombre, no sólo de su goce, sino un nombre propio.

Un análisis se puede condensar en este pasaje que hay del nombre del síntoma, la envoltura formal uno, el significante, el inconsciente, el nombre del goce que se extrae de eso, y luego, el nombre propio con el cual uno se singulariza. Y ese es el cambio de paradigma. Es ese caso, singular, y que es ratten. Es decir, él se designó por su goce en un nombre propio. Existe la posibilidad de crear este nuevo paradigma. El caso se libera del paradigma de lo particular y lo universal, solo para fabricarse de nuevo.-




(*) Escrito a partir de la intervención efectuada en el marco de XV Coloquio de Módulos de Investigación, de la APLP, “La construcción del relato clínico -del caso al control-”, llevado a cabo el día viernes 11 de diciembre 2009, en la Biblioteca Central de la Provincia de Buenos Aires. Desgrabación: Sebastián Ferrante.

Notas:

Freud, S.: “Construcciones en análisis”. Cita: “No pretendemos que una construcción sea mas que una conjetura, que espera examen, confirmación o rechazo (…) Todo se aclarará en el curso de los acontecimientos futuros”. O.C., tomo III. Trad. López Ballesteros. Biblioteca Nueva, 1981.

Lacan, J.: “La proposición del 9 de octubre de 1967 acerca del analista en la Escuela”. En Momentos cruciales de la experiencia analítica. op.cit. pág. 13.

Agamben, G.: Signatura rerum –sobre el método-. Ed. Adriana Hidalgo, Bs.As, 2009. (pág. 14-16)


Lacan, J.: La ciencia y la verdad. Refiero a este texto, donde Lacan opone lo conjetural a lo formal desde la pregunta: “¿el saber sobre el objeto a sería entonces la ciencia del psicoanálisis?”. Op.cit. pág 820. En Escritos 2. Ed. Siglo XXI, Bs.As., 2008.


Lucchelli, J.P.: “El sujeto sobre el que opera el psicoanálisis y el sujeto de la ciencia obedecen a la misma ley.” En Revista Conceptual Nº 10. Ed. APLP, La Plata, 2009.


García, G. “Los aforismos de Freud”. Prólogo a Freud, S.: El Hombre de las Ratas. Traducción de Felisa Santos. Ed. Mil uno, Bs.As., 2008.
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