- J.-A. Miller en diario Le Point Jueves 3 de julio 2008
(publicado en AMP BLOG)
Polémica: ¿muerte a los psi?
Es una bomba con efecto retardado que los psicoanalistas creían haber desactivado. Hace cinco años, la profesión se levantó contra la enmienda, propuesta por el diputado UMP Bernard Accoyer, que quería reglamentar la psicoterapia. La ley sobre el título de psicoterapeuta nunca fue aplicada, por falta de un decreto. Pero el Consejo de Estado debería restablecer este decreto. El reglamento definitivo provoca la cólera de los psicoanalistas. Uno de los más eminentes toma la pluma en las columnas de LePoint.
Jacques-Alain Miller
El «psi » se ha vuelto para los franceses un personaje familiar. No porque siempre se sepa precisamente lo que distingue al psicoanalista y al psicoterapeuta, el psiquiatra que da medicamentos y el psicólogo que no da. Para la opinión pública, el psi, es primeramente alguien que los escucha.
Es alguien a quien confiarse, en quien fiarse, ante quien uno puede entregarse con toda libertad. Alguien que ayuda al sufrimiento (o el enigma) que los habita a expresarse y a ponerlo en palabras. Alguien que los recibe en tanto que usted es un ser aparte, una excepción que vale por sí misma, no cualquiera, no un número, no un ejemplar de su clase estaría o de su clase social. En un mundo donde cada uno puede sentir que es de aquí en más desechable, el encuentro con el psi sigue siendo un claro en el bosque, un enclave íntimo, podemos incluso decir un oasis espiritual.
Frente a la amplitud de este fenómeno de sociedad, las grandes instituciones ylas grandes empresas han querido tener sus psi. Pero el público no se engaña; sabe muy bien cuando el psi sirve ante todo a los intereses de un amo y cuando está al servicio primeramente de aquel que habla.
Y bien, este mundo está amenazado con terminar. Sepan que, en las profundidades del Estado, de las oficinas oscuras trabajan denodadamente en la puesta a punto de un prototipo por ahora secreto, destinado a desembarazarse progresivamente de los psi de antaño: y el psi que, en el nombre de su autonomía profesional, resiste a su jerarquía; y el psi genial, que no debe su clientela a ninguna publicidad, y el psi liberal, que no le debe a nadie más que a su analizante. ¡Los psi al tacho de basura! ¡Dar lugar a los techno psi!
El techno psi no tendrá como función recibir a cada uno en la singularidad de su deseo: ¡qué pérdida de tiempo! ¡Que mala proporción costo beneficio! Y además, curar con palabras, ¡es brujería! No, el techno psi no escucha, cuenta y clasifica, compara. Observa comportamientos, evalúa trastornos, anota los déficits. Autonomía cero: obedece los protocolos, hace lo que se le dice, recoge datos, los entrega a equipos de investigación. Los aparatos del Estado están allí desde los primeros pasos de su formación, y él permanecerá sumiso a ellos a lo largo del tiempo por evaluaciones periódicas. La verdad es que el techo psi no es un psi: es un agente de control social total, él mismo bajo vigilancia constante. Lo sé: creerán que es ciencia ficción. Ni siquiera Stalin se atrevió a eso. Aun más fuerte que la Stasi: ella ponía micrófonos, aquí lesado san directamente un técnico en el cerebro. Sin embargo es a lo que tiende muy precisamente el texto de la decisión que un cónclave de funcionarios de la salud y de la Enseñanza Superior se vanagloria en hacer firmar por sus ministros en París, en la humedad del mes de agosto.
Este bonito proyecto descansa en un escamoteo. No basta con programar la muerte del pueblo psi: para que nada de él subsista. Es necesario aún despojarlo de su nombre. Techno-psi, te bautizo…!psicoterapeuta! A partir del momento en que el Consejo de estado haya adoptado el decreto de aplicación de la ley sobre el título de psicoterapeuta, caerán las máscaras: no una simple decisión ministerial, será el año I de la era del techno psi
Pensamos en Brecht: el gobierno, descontento del pueblo, decide disolverlo y elegir otro. O aun en Lewis Caroll: "La cuestión, dice Alicia, es saber si usted tiene el poder de hacer que las palabras signifiquen otra cosa que lo que ellas quieren decir. –La cuestión, respondió Humpty Dumpty es saber quién será el amo…Un punto, es todo."
Lo peor, sin embargo, no es seguro. Me extrañaría que Roselyne Bachelot, que Valérie Pécresse quieran unir sus nombres a esta infamia. Y además, está también la joven que testimonió públicamente lo que ella le debía al psicoanálisis. Habiéndose convertido en la "reina de corazones" de este país, ella no dirá: "¿El psicoanálisis? ¡Que le corten la cabeza!"
fuente: DIARIO Le Point (PARIS) N° 1868
Traducción: Silvia Baudini